martes, 14 de junio de 2011

ROSA MERCEDES AYARZA


LA "ROSA" DE COLOR MORENO
Rosa Mercedes Ayarza

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Por Manuel Acosta Ojeda.

Sin el arduo trabajo de recopilación realizado por ella, se hubieran perdido para siempre bellas melodías y letras populares del siglo XIX.

La ciudad de Lima y gran parte del Perú estuvo ocupada por la soldadesca chilena hasta 1884, estos saquearon e incendiaron todas las bibliotecas y museos que encontraron a su paso, perdiéndose para siempre no sólo libros, documentos y partituras, sino también tesoros arqueológicos. En medio de esta tragedia, el 8 de julio de 1881 viene al mundo una niña a la que bautizan con los nombres de Rosa Mercedes, en el seno de una familia de la aristocracia limeña, residente en la cuadra 7 de jirón Ica, del barrio de San Sebastián, que debe su nombre a la iglesia ubicada en los jirones Ica y Chancay. Hija de don José Ayarza, pianista y cantor arequipeño.

Su infancia transcurrió paralela a la muy dura y lenta Reconstrucción Nacional; el Perú estaba en bancarrota. Fue una época en que los peruanos sin distinción de clases sociales sufrieron la misma impotencia, rabia, vergüenza, pobreza y el mismo dolor. Esto fenómeno social sería la razón de su cariño por las voces populares, que años más tarde se consolidaría pasando de la recopilación a la creación de obras musicales costeñas.

Se sabe que el 28 de setiembre de 1889, a los 8 años de edad, ofreció su primer recital de piano en el teat

ro Politeama, situado en la cuadra 2 del jirón Lampa, cerca de la iglesia de San Francisco, escenario famoso por ser tribuna de Manuel González Prada.

Su rescate de la tradición popular empezaría después de conocer a don Abelardo Gamarra, enamorándose cada vez más de las zamacuecas, mozamalas, tonderos, pregones, etcétera. Con el paso de los años, mientras acumulaba sus recopilaciones, iba perdiendo el temor de enfrentarse al "qué dirán" de una Lima conservadora, en la que no se concebía que una señorita "bien" guste de música de negros y cholos.

En todos los documentos que hemos leído sobre nuestro personaje, como si fuera un galardón, se señala que era hermana de Alejandro –"Karamanduca"–, cuyo mérito principal fue ser caudillo de un grupo que causaba desórdenes, alboroto y zozobra, como su mismo nombre lo indica: "La Palizada(1)". Me atrevo a esta afirmación, pues conocí a los dos hermanos, de personalidades totalmente opuestas. Ella irradiaba mucha simpatía.

Movido por la curiosidad, una vez le pregunté a Elías Ascuez cómo era la señorita Rosa Mercedes, me contestó que los había invitado un par de veces y que era muy atenta, que los atendía con té y bizcotelas y un pago por la entrevista; pero que cuando empezaban a cantar con Augusto y la guitarra de Pancho Agüero, ella se ponía a escribir cartas sobre el piano. Lo que ignoraba Elías era que la música podía escribirse en un papel.

A pesar de su formación musical itálica, consiguió acercarse mucho a las inflexiones que le dan el sabor a la canción del negro peruano. Lamentablemente, en la escritura musical occidental no existen grafías que representen "esos" requiebros afrodescendientes y andinos, lo que motivó que los cantores populares las dejaran de cantar, pues no las sentían suyas.

En la mozamala que consignamos, se puede apreciar el modo de hablar de su creador, el negro peruano.

La Rosa y el Clavel

Y salieron a bailar la rosa con el clavel
La rosa estaba encarná y el clavel ya por morir
Y de los dos que bailaban, ay que tentación
La rosa se deshojaba y el clavel no.

Y salieron a bailar y a cual bailaba mejor
Y la rosa aprisioná lucía más su esplendor
Y de los dos que bailaban, ay que tentación
La rosa se deshojaba y el clavel no.

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(1) Modismo referido a la crecida y desborde del río, que traía consigo palos, rocas, lodo. Grito de alarma.

Tomado de la Revista Variedades del diario El Peruano.

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