miércoles, 20 de mayo de 2015

Descanse en Paz Maestro


SE COMUNICA: DESDE HOY A PARTIR DE LAS 8 PM. VELARÁN AL COMPOSITOR MANUEL ACOSTA OJEDA
Hoy 20 de mayo a partir de las 8 pm. en el Museo de la Nación, ubicado en Av. Javier Prado Este 2466, los familiares, amigos y compañeros del gran compositor de los valses “Madre” y “Cariño” lo despedirán .
El viernes a partir de las 10 de la mañana el maestro llegará a su casa, Radio Nacional del Perú, para recibir los honores correspondientes.
El reconocido maestro de la canción criolla y andina partió físicamente esta madrugada a la 01:24 horas en el Policlínico Grau debido a afecciones propias de su edad. A sus 85 años, Manuel Acosta Ojeda partió rodeado del cariño de sus familiares y sus amigos más cercanos.
Manuel Acosta Ojeda, tuvo una trayectoria artística de casi siete décadas en la que fue pionero en integrar la música andina y criolla. Fue parte de una generación selecta de artistas e intelectuales como Luis Abelardo Núñez, Carlos Hayre, Juan Gonzalo Rose, el Jilguero del Huascarán, entre otros, con quienes compartió además un compromiso por la justicia social.
Ocupó diversos cargos gremiales en sindicatos y agrupaciones de artistas, recibió diversos premios y condecoraciones.
El país pierde a un artista integral, un músico excepcional y a un luchador social irremplazable. Queda la tarea de difundir su obra a las futuras generaciones.

jueves, 7 de mayo de 2015

Y el amor siguió parado

 

Hace dos siglos fue fusilado Mariano Melgar. El escritor arequipeño quedó para siempre ligado al yaraví, pues son numerosos los que se le atribuyen o le rinden homenaje.
 
Por: Manuel Acosta Ojeda. Compositor 
 
Se cumplieron 200 años del fusilamiento de Mariano Melgar Valdivieso, hecho que renueve los sentimientos patrióticos y el agradecimiento a cada uno de los peruanos que dieron su vida, buscando que la justicia sea igual para todos. 
 
Por eso que el presente artículo se titula “Y el amor siguió parado”, pues existe una vieja canción de este servidor que dice en su primer verso: “Se puso de pie el amor / Cuando iba a ser fusilado / La injusticia disparó/ Y el amor siguió parado”.

Y es que la muerte de Túpac Amaru II y la de todos los luchadores antes de él fueron la causa por la que nacen personajes como Mariano Melgar y sus sueños por una justicia social.

Recuerdo
El cariño por este patriota hace que el pueblo arequipeño crea que todos los yaravíes son de su autoría, inclusive algunos que nunca fueron firmados por el poeta.
Existen muchas piezas musicales en honor a su vida y obra, como el valse Melgar de Benigno Ballón Farfán y Percy Gibson.

Historia particular
Pero también podemos escuchar la obra conocida como ‘La partida’, ‘La despedida’, ‘El destino’ o ‘Ya me voy a tierras lejanas’, que hasta hace poco tiempo era adjudicada al médico moqueguano Mariano Lino Urquieta.

Cuentan los mayores que don Mariano Lino fue prácticamente expulsado de su ciudad, por su amor a la justicia. Se vio obligado a refugiarse en Arequipa, y en ese contexto nacería el yaraví.

Admirado por las ansias de llegar a la verdad, debo agradecer a José Félix García por el valioso aporte que hace presentándonos al verdadero autor del poema ‘La despedida’. Es el mexicano don Manuel Carpio (1791-1860). Debemos decir que cada estrofa consta de 8 versos. De ese poema se utilizó para la canción la primera estrofa, la segunda parte de la segunda y la primera de la tercera.

El tenor de los versos, la despedida a un lugar lejano, la cercanía de la muerte, el último adiós a la amada ingrata hicieron que el pueblo arequipeño ligara la historia de Mariano Melgar con el hecho de que el mártir partiera a la lucha por la independencia del país, con la posibilidad de morir en ella, dejando a su amada Silvia y a su amor no correspondido.

Sea como fuera, la voz del pueblo es la voz de Dios, mientras que este siga cantando en honor al criollo Melgar su gesta, su rebeldía, su amor por los suyos continuará latiendo.

(Manuel Carpio)
Ya me voy pues me lleva el destino
Como la hoja que el viento arrebata
¡Ay de mí! tú no sabes ingrata / Lo que sufre mi fiel corazón.
Estos ojos llorar no sabían / Que el llorar parecíame locura
Más hoy lloro con triste amargura
A mis ojos con ardiente pasión.
Bajaré silencioso a la tumba / A buscar el perdido sosiego
De rodillas ingrata te ruego / Que, a lo menos, te acuerdes de mí. /Ya me voy, a una tierra distante
A un lugar donde nadie me espere
Donde no sentirán que me muera
Donde nadie por mí llorará.
“El cariño a Melgar hace que los arequipeños crean que todos los yaravíes son de su autoría”.
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Publicado en el Diairo El Peruano el 15/03/2015

"YA ME VOY A TIERRAS LEJANAS" Yarahui. Registro BRÜNING 1924 (YOUTUBE)



 

domingo, 4 de enero de 2015

Zamacueca por Navidad

Zamacueca por Navidad
 
El autor rememora tiempos cuando era niño y su padre le leía historias extraídas de Tradiciones peruanas, de Ricardo Palma. En una de ellas escuchó por primera vez la palabra zamacueca. 
 
Por Manuel Acosta Ojeda. Compositor

Las fiestas de fin de año traen a mi recuerdo cómo se celebraba la Navidad en Lima por los años treinta. En aquella época no había pavo en las mesas, el trabajo de Papa Noel no existía en el Perú y mucho menos la compulsión de comprar obsequios para los seres queridos.
 
La pobreza también era diferente; en casa no faltaban comida ni libros. En mi casa no había cuentos infantiles, pero por allí alguien le prestaba a mi padre Tradiciones peruanas, escritas por Ricardo Palma. El lenguaje utilizado en sus textos era fácil de entender. A veces don Alejandro –mi padre– los leía antes, para después contármelos colocando nombres de personas que conocíamos, tal vez para que tomara más atención.

Recuerdo con especial afecto una noche de diciembre. Yo estaba enfermo, me había caído de un árbol de moras y el doctor le dijo a mis padres que me mantuvieran despierto. Ese día, don Alejandro me inventó varios cuentos, uno de ellos con los años se lo conté infinidad de veces a mi hija, lo tituló ‘Cuando los animales hablaban’. Se le acabó el repertorio propio y empezó con las tradiciones de Palma.

Fue la primera vez que escuché la palabra zamacueca. Se tocaba con checo o alguna caja hueca, violín y arpa. Las clases sociales hacían la diferencia, el aristocrático ondú, el acartonado un, dos, tres o cualquier danza que viniera de Europa en los palacios, mientras que en la plaza principal y plazuelas la picardía, el calambur, el swing de los negros, mulatos y cholos danzaban sin pudor el producto del mestizaje de mestizajes, esperando la salida del Sol.

¿Quién iba a tomar chocolate caliente con 30 grados centígrados de temperatura? Aquí se brindaba con ponche con su puntita de aguardiente, chicha de jora, chicha morada; lo curioso es que en época de Navidad cualquier bebida era denominada “orines del Niño”.

Santa Rosa de Lima,
¿cómo consiente
que un impuesto le pongan
al aguardiente?

Pero la Lima de Palma ya no era tan colonial; los Andes estaban empezando a recuperar lentamente su territorio. En las famosas misas de Gallo se bailaban las pastoras y las pallas; lo que no cuentan las crónicas es si los cánticos eran en el castellano limeño o en sus idiomas nativos.

AIRES DE ZAMACUECA

Duerme la noche limeña ayayay
su dulce sueño
aleluya, aleluya
se arrulla el suelo moreno.
Brilla una estrella, limeña
radiante y bella
aleluya, aleluya
duerme la noche, limeña.
Aleluya, aleluya
canta la brisa del viento
vengan pastores, limeña
que vengan pastores, madre
que ya ha nacido, limeña.
Ayayay
En un pesebre de amores
ha nacido el rey del mundo
Ave María purísima
Resbalosa
Limeña, vengo a saber,
al andar andar,
si ya ha nacido
el mortal chiquitito
En aroma de inciensos [...]